
En el yacimiento de Chega Sofla, cerca de Irán, se encontró un cráneo de hace 6.200 años perteneciente a una mujer con la cabeza en forma de cono, que muestra signos de un brutal golpe que acabó con su vida. La modificación craneal se realizaba envolviendo la cabeza del infante con vendas que se iban apretando a medida que crecían, lo que impedía que el cráneo se desarrollara de manera normal. La práctica, extendida hasta la edad adulta, era más común en niñas que en niños. La investigación sugiere que la delgadez del cráneo y el diploe, una capa de hueso esponjoso, hacían que el cráneo fuera menos eficaz para proteger el cerebro ante fuerzas externas. La mujer, denominada BG1.12, fue enterrada en una fosa común con otras personas con cráneos normales y modificados.