
En 1973, un Concorde despegó de Gran Canaria para perseguir la sombra de un eclipse solar total sobre África, logrando observaciones prolongadas de 74 minutos ininterrumpidos a una altitud de 17.000 metros y una velocidad de Mach 2.2. La misión, liderada por científicos de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, contó con la colaboración logística del Ejército del Aire español. El Concorde 001 fue modificado para convertirse en un laboratorio aéreo, con cámaras infrarrojas instaladas en portillas talladas en el techo del avión. Aunque los resultados científicos fueron técnicamente impresionantes, gran parte del material permanece sin digitalizar y no se publicó ninguna conclusión significativa. La misión demostró el potencial de los vuelos supersónicos en investigaciones solares y consolidó a España como actor relevante en la investigación solar y en la logística aeroespacial europea.