
Investigaciones recientes en Alemania y Estados Unidos muestran que mantenerse activo después de la jubilación puede retrasar los efectos del envejecimiento, pero depende del contexto, voluntad y condiciones laborales. Un 41% de personas mayores de 65 años que siguen trabajando afirman que mejora su salud mental, y un 32% cree que beneficia su salud física. Sin embargo, si el empleo es mal remunerado o físicamente exigente, la experiencia puede ser negativa. La percepción de la vejez se ha desplazado con el tiempo, y en 1996, quienes tenían 65 años creían que la vejez comenzaba a los 71, mientras que hoy lo sitúan en los 74. El autor del estudio, Markus Wettstein, señala que esto se debe al estigma que aún carga el concepto de vejez.