
Los microplásticos son fragmentos inferiores a cinco milímetros que provienen del desgaste de objetos como botellas, bolsas, textiles sintéticos o envases. Están en todas partes y se inhalan, se ingieren, e incluso podrían absorberse por la piel. Medidas como evitar botellas de plástico de un solo uso, calentar la comida solo en recipientes de vidrio o cerámica y renovar utensilios deteriorados pueden ayudar a reducir la exposición. La cocina es el lugar clave para limitar la exposición diaria. Los expertos coinciden en evitar el alarmismo, pero es fundamental que gobiernos y organismos internacionales impulsen regulaciones más estrictas.