
En 1942, el físico alemán Werner Heisenberg lideró el Proyecto Uranio para crear una bomba atómica. Aunque Alemania tenía una ventaja en la carrera nuclear, los aliados sabotearon la producción de agua pesada en Noruega, lo que retrasó el proyecto. Mientras tanto, el Proyecto Manhattan de los aliados avanzaba rápidamente y culminó con la fabricación de la primera bomba atómica en 1945. Si Heisenberg hubiese tenido los recursos necesarios, podría haber cambiado el resultado de la Segunda Guerra Mundial, con posibles consecuencias como la destrucción de Londres, Moscú y Washington.