
Marte ha fascinado a la humanidad desde tiempos antiguos debido a su brillo rojizo. La ciencia moderna revela que la realidad es más compleja y sorprendente que el mito. La percepción de Marte como un planeta rojo se debe a la presencia de óxidos de hierro en su superficie, similar a la herrumbre o óxido de hierro en la Tierra. Sin embargo, al acercarse a Marte, se descubre que su superficie no es de un rojo uniforme, sino que presenta una gama de colores que van desde el marrón oxidado hasta tonos amarillos, grises y beige. La imagen capturada por el Viking Lander en 1976 mostró un suelo polvoriento con un matiz entre naranja y marrón. Los polos de Marte están cubiertos por hielo de agua y dioxido de carbono congelado, lo que aporta zonas blancas brillantes al planeta. La luz visible es solo una parte del espectro electromagnético, y los telescopios espaciales pueden ver más allá, en infrarrojo, ultravioleta, rayos X y otras longitudes de onda. Cada color en Marte nos cuenta algo sobre su pasado, y la variedad de colores no es solo estética, sino que también nos da información sobre la composición de la atmósfera, la temperatura del suelo y la existencia de minerales específicos.