
En la región que hoy es Baviera, se han encontrado recipientes de arcilla con picos alargados que datan de hace más de 3.000 años, específicamente entre el 1200 y el 800 a. C. Estos recipientes se utilizaron para alimentar a bebés demasiado pequeños para ser amamantados, y contenían leche procedente de animales domésticos como vacas, cabras y ovejas. El equipo de la Universidad de Bristol, liderado por la investigadora Julie Dunne, realizó análisis químicos que confirmaron el uso de estos recipientes para alimentar a recién nacidos. La bioarqueóloga Siân Halcrow colaboró con el equipo y sugiere que la introducción de leche animal en la dieta infantil habría afectado directamente a la fertilidad de las mujeres, lo que podría explicar el aumento poblacional registrado en el Neolítico. Los recipientes se encontraron en tumbas infantiles y su diseño refleja un vínculo afectivo concreto con los bebés.