
Un estudio dirigido por el paleoecólogo Frank Schlütz ha analizado restos carbonizados de grano de centeno en asentamientos del norte de Europa, revelando que los campesinos aplicaban abonos orgánicos como estiércol y turba para mejorar el rendimiento de los campos. Las mediciones isotópicas mostraron que los suelos habían sido enriquecidos con estos fertilizantes, lo que sugiere un manejo consciente del terreno. El centeno se sembraba con métodos planificados y su cultivo tenía implicaciones políticas y económicas, ya que las élites se beneficiaban del almacenamiento y gestión de los excedentes. El estudio ha sido publicado en la revista Philosophical Transactions of the Royal Society B.