
Un estudio publicado en Nature revela cómo un cuásar puede destruir el gas de una galaxia vecina durante una fusión, impidiendo la formación de estrellas y transformando su evolución futura. Dos galaxias masivas, separadas por 5 kiloparsecs, se mueven una hacia la otra a una velocidad de 550 km/s. La radiación del cuásar, con una masa de aproximadamente 10⁸ masas solares y una luminosidad cercana al límite de Eddington, afecta directamente a la galaxia vecina, actuando de forma selectiva y localizada. El gas que sobrevive es tan denso que forma una estructura interna profundamente alterada, y su presencia se reduce a tan solo una diezmilésima parte del volumen total de la región expuesta. Esto se considera una forma de retroalimentación negativa, ya que impide la formación de nuevas estrellas, lo cual altera la evolución futura de la galaxia.