
La biología se convierte en táctica militar cuando el sistema inmunitario despliega su ejército para combatir enfermedades. El sistema inmunitario se divide en dos ramas: la innata y la adaptativa. La innata es generalista y de respuesta inmediata, mientras que la adaptativa es específica y capaz de memorizar amenazas concretas. El sistema inmunitario innato incluye la piel y las mucosas como primera línea de defensa, y los glóbulos blancos como segunda línea de defensa. Los linfocitos B y T son glóbulos blancos con superpoderes que producen anticuerpos y coordinan el ataque contra los agentes patógenos. La inmunidad innata y adaptativa trabajan juntas para proporcionar una respuesta única y eficaz contra las enfermedades. Desde el año 2007, se sabe que la enfermedad que se extendió en Atenas en el año 430 a.C. fue la fiebre tifoidea, y gracias a la obra de Tucídides, se ha podido estudiar la memoria inmunológica. En los más de 2400 años transcurridos desde entonces, se han otorgado casi una treintena de Premios Nobel a descubridores de nuevas facetas del sistema inmunitario.