
La crianza cáscara de huevo es un estilo de parentalidad caracterizado por la volatilidad emocional, definido por la psicoterapeuta Kim Sage. Los progenitores pueden mostrarse amorosos y permisivos en un momento y coléricos y autoritarios al siguiente, sin señales previas. Esto genera un clima de incertidumbre que puede influir en el desarrollo de los hijos. La inconsistencia en las normas y límites dificulta la creación de un marco estable para comprender las consecuencias de sus actos. Algunos hijos desarrollan actitudes de hipervigilancia y pueden adoptar patrones de autosacrificio o dificultad para priorizar necesidades propias en la edad adulta.