
Un equipo de investigadores encontró rocas en Islandia que sugieren un cambio climático abrupto en el siglo VI d.C., coincidiendo con la caída del Imperio Romano. Las rocas, originarias de Groenlandia, fueron transportadas por icebergs durante un período de enfriamiento global. El estudio sugiere que este cambio climático podría haber sido el golpe final para un imperio ya debilitado. Los científicos analizaron cristales de circón en las rocas y determinaron que fueron formados en Groenlandia. El enfriamiento global, causado por erupciones volcánicas masivas, habría provocado pérdida de cosechas, hambre, migraciones masivas y desestabilización social, contribuyendo a la caída del Imperio Romano.