
El cuerpo humano tiene alrededor de 5 millones de folículos pilosos, pero la mayoría produce vello fino e imperceptible. La ciencia sugiere que la pérdida de pelo se debió a la termorregulación, ya que nuestros antepasados necesitaban sudar de forma más eficiente para evitar el sobrecalentamiento corporal durante el esfuerzo físico prolongado en la sabana africana. Otra teoría apunta a la reducción de parásitos, ya que el cuerpo humano con menos vello ofrecía menos refugio a insectos que podían transmitir enfermedades peligrosas. La pérdida de pelo también permitió una mayor visibilidad de las expresiones faciales, lo que facilitó la comunicación no verbal dentro de los grupos humanos primitivos.