
La sonrisa Duchenne, que expresa emociones genuinas, activa dos grupos musculares: el cigomático mayor y el orbicular de los ojos. En cambio, la sonrisa no Duchenne solo mueve los labios. El cerebro también procesa las sonrisas de manera diferente, con las sonrisas genuinas originándose en el sistema límbico y las falsas en la corteza motora. Nuestro cerebro está diseñado para leer rostros y detectar sonrisas falsas desde los diez meses de edad. La sonrisa falsa cumple funciones sociales importantes, pero mantenerlas durante largos periodos puede ser agotador. Los asistentes virtuales y robots están siendo diseñados para sonreír, pero replicar la complejidad de una sonrisa auténtica sigue siendo un desafío. La autenticidad emocional no se puede programar fácilmente. Para saber si una sonrisa es sincera, se debe observar los ojos, específicamente las patas de gallo, la ligera inclinación de los párpados y el brillo o la contracción sutil alrededor de los ojos.