
Investigadores de la Universidad de Calgary y el Consejo Nacional de Investigación de Canadá han llevado a cabo un experimento que demuestra que todos los seres vivos, incluidos los seres humanos, emitimos un tenue brillo que desaparece al morir. El físico Vahid Salari y su equipo han descubierto una evidencia física directa de un fenómeno de biofotones que se apagan con la muerte, lo que sugiere que los seres vivos somos capaces de brillar de salud, hasta que carecemos de ella. Los científicos emplearon dispositivos multiplicadores de electrones de carga acoplada y cámaras de carga acoplada para comparar las emisiones más tenues de ratones, primero vivos y luego muertos. Las imágenes muestran una clara diferencia en la cantidad de estos fotones, ya que disminuyen significativamente en el periodo de medición posterior a la eutanasia. El monitoreo de esta señal podría algún día llegar a utilizarse como una herramienta no invasiva para el diagnóstico de pacientes en el ámbito clínico.