
Dormir con el televisor prendido es una costumbre común que puede estar asociada con factores emocionales, hábitos arraigados y mecanismos inconscientes para manejar la ansiedad o el silencio. La pantalla puede generar una sensación de compañía, especialmente para quienes viven solos o atraviesan momentos de estrés. El televisor también puede actuar como una distracción para bloquear pensamientos intrusivos y facilitar el sueño. Sin embargo, la luz azul emitida por la pantalla puede interferir con la producción de melatonina, afectando la calidad del descanso.