
Hablar en voz baja puede esconder una carga emocional o una estrategia de adaptación. La psicología ha comenzado a descifrar qué hay detrás de este susurro constante. Puede ser una señal de ansiedad social o de una autoestima dañada, o una elección consciente para priorizar la calma y la reflexión. Cambios súbitos en el tono de voz pueden ser un indicio de un estado emocional alterado, como la depresión o el trastorno de estrés postraumático.