
Durante siglos, los caballos fueron esenciales en los campos de batalla, pero con la Primera Guerra Mundial, su papel se volvió cada vez más vulnerable debido al desarrollo de tecnologías bélicas como la ametralladora y los tanques. Se calcula que más de ocho millones de caballos, mulas y burros murieron durante la Primera Guerra Mundial. Los ejércitos comenzaron a reemplazarlos con máquinas, como camiones y tractores, más eficientes y menos vulnerables en combate. Solo en el frente occidental, se consumían más de mil toneladas de heno y avena al día. La historia de los caballos de guerra nos obliga a repensar no solo el costo humano de los conflictos, sino también su impacto sobre otras especies.