
Un estudio de la NASA y el Instituto Smithsonian encontró que la vegetación puede actuar como una señal de alerta temprana ante erupciones volcánicas. El dióxido de carbono liberado por el magma es absorbido por las plantas, lo que intensifica su crecimiento y cambia su aspecto. Esto puede observarse desde el espacio mediante satélites como Landsat 8. La vulcanóloga Nicole Guinn analizó los cambios en la vegetación del Monte Etna y encontró una correlación clara entre el aumento de verdor y la liberación de CO₂. Aproximadamente el 10% de la población mundial vive en zonas volcánicas y existen unos 1350 volcanes activos potenciales.