
La misión Galileo de la NASA detectó una señal de inducción magnética en Calisto en los años 90, que sugiere la presencia de un océano subterráneo. Un equipo liderado por Corey J. Cochrane reanalizó los datos y concluyó que la interacción entre el campo magnético de Júpiter y una capa conductora bajo la superficie de Calisto es la causa de la señal. El océano sería profundo y extenso, y su existencia podría ser confirmada por misiones como Europa Clipper y JUICE en los próximos años.