
El programa Energy Star, lanzado en 1992, ha sido cerrado por el gobierno de Donald Trump, lo que ha generado preocupaciones sobre el ahorro energético en los hogares. El programa ha ahorrado a los hogares estadounidenses más de 500.000 millones de dólares desde su implementación, con un promedio de 450 dólares anuales por familia. La eliminación del programa ha sido criticada por expertos, quienes argumentan que un presidente no puede eliminar unilateralmente el programa sin aprobación del Congreso. La Alliance to Save Energy ha expresado su oposición al cierre del programa, argumentando que contradice la promesa de reducir los costes energéticos en los hogares.