
Ray Kurzweil, futurologo y líder de ingeniería en Google, predice que la inmortalidad podría ser una realidad en unos años gracias a la convergencia de la inteligencia artificial, la biotecnología y las nanotecologías. La singularidad tecnológica, que podría ocurrir alrededor de 2045, permitiría superar las limitaciones biológicas humanas. Empresas como Neuralink están desarrollando interfaces cerebro-máquina que podrían hacer realidad esta integración. Sin embargo, este avance tecnológico plantea desafíos éticos y sociales, como la posibilidad de profundizar las desigualdades sociales y la gestión de recursos en un futuro con una humanidad donde la muerte natural fuera casi eliminada.