
Investigadores del Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing descubrieron en Mongolia Interior el fósil de un organismo de 160 millones de años, bautizado como Juracanthocephalus, que podría representar un eslabón perdido en la evolución de los parásitos actuales. El fósil combina características de organismos de vida libre y de parásitos altamente especializados, lo que sugiere una transición evolutiva nunca antes documentada con tanta claridad. El Juracanthocephalus tiene una probóscide retráctil con ganchos curvos y duros, 32 crestas con forma de canal y un sistema de 'dientes' en miniatura. El hallazgo sugiere que los primeros parásitos de este tipo pudieron haberse adaptado inicialmente a animales terrestres, y no marinos como se creía.