
Los gatos han compartido techo con los humanos durante milenios, pero su comportamiento sigue siendo un misterio. Muchos intentan educarlos como si fueran perros, lo que es un error. Los gatos son cazadores solitarios, ajenos a jerarquías o liderazgos, y cualquier intento de imposición es visto como una agresión. Castigar a un gato aumenta su ansiedad y lo empuja a huir o defenderse. La convivencia con un gato es un pacto de respeto mutuo, no una relación de jefe y subordinado. Entender su biología y carácter es clave para mejorar la convivencia. Santiago García Caraballo explica que los castigos empeoran el estrés felino y refuerzan los comportamientos indeseados. Los gatos tienen un universo instintivo fascinante, con sentidos agudos que les permiten detectar presas y rivales. Identificar las señales de estrés en un gato, como marcar más o orinar fuera de la bandeja, es crucial para ayudarle a recuperar la calma.