Entre los siglos XII y XVII, los médicos en Europa consideraron la 'mumia' como un bálsamo con propiedades curativas, elaborado a partir de restos momificados de personas fallecidas cientos o miles de años atrás. La doctrina de las signaturas y el vitalismo podrían haber servido como base para el uso de cadáveres en la práctica médica. El consumo de 'mumia' podría haberse debido a un error de traducción del científico persa Avicena, que mencionó un remedio llamado 'mūmiyā' para tratar lesiones. La 'mumia' se extendió en el siglo XII, cuando Europa comenzó a importar momias del antiguo Egipto.