
La deshidratación ocurre cuando se pierde más agua de la que se ingiere, lo que puede provocar síntomas como sed, cansancio, dolor de cabeza y calambres musculares. La gravedad de la deshidratación depende de la cantidad de agua perdida, y puede ser leve, moderada o grave. La deshidratación leve se define como una pérdida de aproximadamente el 1,5% del volumen normal de agua en el cuerpo, mientras que la deshidratación extrema se define como una pérdida de más del 10% del peso corporal en líquidos. Para prevenir la deshidratación, se recomienda beber al menos 2,5 litros de líquidos al día, y aumentar la ingesta en caso de ejercicio físico o calor. La Sociedad Española de Farmacia Comunitaria y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria recomiendan beber entre 2-2,5 litros de líquidos al día.