
La cumbre del G7 en Canadá se transformó en un escenario de incertidumbre debido a la marcha anticipada del presidente Donald Trump. La retirada de Trump dejó al grupo fracturado, justo cuando se debatía el destino de Ucrania, el conflicto en Medio Oriente y las tensiones comerciales. La cumbre se desarrollaba en las Montañas Rocosas canadienses, pero el verdadero epicentro geopolítico estaba a miles de kilómetros, entre Israel e Irán. Trump lanzó una ofensiva aérea masiva que desencadenó una dura respuesta iraní con misiles y drones. La situación se agravó rápidamente, y Trump abandonó el foro un día antes de lo previsto. Antes de partir, declaró que 'Teherán debe ser evacuado inmediatamente' y expresó cierto optimismo respecto a una posible desescalada. La salida de Trump no solo alteró la agenda diplomática sobre Oriente Medio, sino que también debilitó el frente común del G7 ante la guerra en Ucrania. Trump se negó a respaldar las nuevas sanciones contra Rusia, argumentando que 'le cuestan demasiado dinero' a EE. UU. La cumbre cerró con solo seis líderes intentando mostrar cohesión mientras el séptimo —el más influyente— abandonaba el escenario, dejando más preguntas que respuestas.