
América Latina se encuentra en el centro de una reconfiguración geopolítica silenciosa pero imparable. China ha consolidado su presencia en la región mediante inversiones, infraestructura y acuerdos bilaterales. Lo que comenzó como cooperación económica ahora se interpreta como una estrategia de influencia a largo plazo que podría alterar el equilibrio de poder en el continente. China ha avanzado con paso firme en América Latina durante la última década, estableciendo relaciones estratégicas con gobiernos, participando en sectores clave como energía, minería y telecomunicaciones, y ofreciendo créditos blandos con pocos condicionamientos. Varios países del continente han firmado memorandos de entendimiento en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lo que consolida aún más la presencia china. Aunque los acuerdos con China han facilitado el desarrollo de infraestructuras esenciales y generado oportunidades económicas, los analistas advierten sobre los riesgos de una creciente dependencia. Los términos de muchos contratos permanecen opacos y, en algunos casos, han generado endeudamientos difíciles de sostener. La creciente participación china en sectores estratégicos despierta inquietudes sobre el control a largo plazo de recursos clave.