
El FMI revisó al alza las previsiones para la economía española, con un crecimiento del 2,5% en 2025, superior a la media europea. Sin embargo, la sensación no es de euforia, ya que el reparto del crecimiento no llega a mejorar las vidas del ciudadano medio. La inmigración es un factor clave, ya que aunque se produce más, no hay ganancias de productividad ni avances en el PIB per cápita. El IPC ha subido un 33,9% desde 2019, y la vivienda sigue disparada, lo que afecta especialmente a los jóvenes y a los habitantes de las ciudades. El Gobierno puede viajar en cohete, pero la mayoría de los españoles no nota la mejora en su renta disponible.