
Alejandro Magno murió el 13 de junio del 323 a.C en el palacio de Nabucodonosor II en Babilonia, a los 33 años. Su muerte dio lugar a especulaciones y teorías, incluyendo envenenamiento, malaria, pancreatitis, fiebre tifoidea y síndrome de Guillain-Barré. Los historiadores modernos cuestionan la teoría del envenenamiento debido a la duración de su enfermedad, que duró diez días. Entre las teorías, se incluye la posibilidad de que muriera por una enfermedad infecciosa, como la malaria o la fiebre tifoidea, o por una pancreatitis aguda causada por el consumo excesivo de alcohol.