
Un estudio publicado en el International Journal of Osteoarchaeology en mayo, liderado por Alejandro Valenzuela, investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados de Mallorca, España, encontró huesos de zorzal en un basurero cercano a las ruinas de un antiguo local de comida al paso en la isla de Mallorca. Los hallazgos sugieren que los zorzales se vendían y consumían como alimento común en las ciudades romanas, lo que contradice la creencia de que eran un plato exclusivo para las clases altas. El estudio analiza huesos de animales encontrados en la antigua ciudad de Pollentia, que incluyen 165 especímenes de zorzales, y sugiere que se consumían como parte de la dieta cotidiana y la economía urbana. Valenzuela afirma que los zorzales tenían un sabor similar al de las pequeñas aves de caza, como las perdices, y no al de pollo. El estudio destaca la necesidad de ir más allá de las narrativas centradas en las élites y considerar las distintas formas en que las prácticas de la alimentación daban forma a las experiencias de vida de las antiguas comunidades urbanas.