
Un estudio publicado en Science revela que la capacidad de escupir veneno de las cobras podría haber evolucionado como defensa frente a los ataques de los primeros homínidos, hace 7 millones de años. Las cobras escupidoras han desarrollado una habilidad para lanzar su veneno a distancia con precisión, y su veneno contiene una toxina llamada fosfolipasa A2 (PLA2) que potencia el efecto doloroso. La capacidad de escupir veneno ha evolucionado de manera independiente en tres grupos distintos de cobras: las africanas, las asiáticas y el Hemachatus haemachatus. Los científicos han comparado las fechas estimadas de aparición de la capacidad de escupir veneno con hitos clave en la evolución humana, y los paralelismos sugieren que la amenaza que representaron los homínidos podría haber sido el detonante de esta capacidad.