
Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Washington, el Instituto Smithsonian y el Museo Carnegie ha logrado replicar el pigmento azul egipcio, utilizado en templos, sarcófagos y esculturas, después de milenios de desaparición. El secreto perdido de este color milenario se debió a la falta de conocimiento sobre la fórmula y la temperatura necesarias para combinar los ingredientes: cobre, arena, carbonato cálcico y álcali. Los investigadores han descubierto que el azul egipcio no es completamente azul, sino que contiene un 50% del mineral azul cuprorivaita y fases microscópicas que interactúan para generar un efecto visual global. El equipo ha experimentado con diferentes fuentes de cobre y variaciones en proporciones y tiempos de cocción, obteniendo doce muestras distintas. El azul egipcio tiene propiedades que lo convierten en un material ideal para aplicaciones modernas como la tinta de seguridad, tecnologías de imagen biomédica y telecomunicaciones.