
Tocarse las manos mientras se habla es un gesto que puede revelar ansiedad, impaciencia, incomodidad o el deseo de tomar la iniciativa. Según Jack Wilson, experto en lingüística de la Universidad de Salford, este gesto ayuda a sostener el flujo del discurso, especialmente en momentos de tensión. La psicóloga Nikole Glattke explica que frotarse las manos tiene un papel regulador, actuando como una estrategia inconsciente para calmar la ansiedad, debido a la conexión directa con el sistema nervioso autónomo. En situaciones de estrés, el cuerpo libera cortisol, lo que provoca sudoración, especialmente en las palmas, y tocarse las manos es tanto una respuesta física como emocional para controlar la sobrecarga interna.