
Tener las extremidades frías puede ser una reacción natural del cuerpo, pero también puede estar vinculado a afecciones médicas como anemia, diabetes, lupus, hipotiroidismo, problemas neurológicos o circulatorios. La Ohio State University aclara que las zonas más propensas al enfriamiento son las manos y pies, ya que están lejos del corazón y tienen menos masa muscular. La mala circulación, el estilo de vida y ciertos medicamentos también pueden contribuir a este fenómeno. Un estudio de Taylor and Francis Online sugiere que la hipoxia y la exposición al frío afectan la respuesta vascular. Quienes viven en altitudes elevadas o se enfrentan a temperaturas extremas pueden experimentar más fácilmente este problema.