Una misión arqueológica egipcio-estadounidense ha descubierto una tumba real en Abidos que data de hace aproximadamente 3.600 años. La tumba, ubicada a siete metros bajo tierra, presenta una estructura impresionante con una cámara funeraria de caliza y una bóveda de adobe de cinco metros de altura. Sin embargo, la tumba fue saqueada en la antigüedad y no se encontraron ni la momia ni el sarcófago, y las inscripciones jeroglíficas han sido dañadas, lo que hace que el nombre del faraón se haya perdido. El descubrimiento se vuelve aún más relevante si se tiene en cuenta que esta tumba es mucho más grande que otras atribuidas a la Dinastía de Abidos, lo que sugiere que su ocupante tenía un estatus especial dentro del reino. El hallazgo también incluye un taller de cerámica romano en la aldea de Banawit, que sugiere que fue uno de los principales centros de producción de cerámica y vidrio en la región.