
El cuerpo de Alejandro Magno, muerto hace más de 2.000 años, sigue sin aparecer. Se han excavado patios, aparcamientos, plazas, y cada vez que aparece una losa antigua, alguien piensa que esta vez sí. Algunos investigadores creen que la pérdida de su paradero se debe, en parte, al conflicto entre religiones. Calliope Limneos-Papakosta, arqueóloga griega, sostiene que el cuerpo de Alejandro fue ocultado por sacerdotes locales cuando la ciudad fue asaltada por fuerzas cristianas en 1365. La suya se concentra en una zona concreta: los jardines Shallalat, en pleno centro de Alejandría, donde apareció en 2009 una escultura helenística que representa a Alejandro. Una teoría inquietante sugiere que pudo acabar como alimento marino, ya que el nivel del mar ha subido varios metros desde la Antigüedad y la zona del Brucheum está hoy parcialmente sumergida.