
Los pulpos tienen un sistema nervioso distribuido, con más de dos tercios de sus 500 millones de neuronas repartidas entre sus tentáculos, lo que les permite operar de manera independiente. Cada tentáculo tiene un cordón nervioso axial con segmentos que actúan como centros de control locales, procesando información sensorial y ejecutando movimientos autónomos. Esto les permite explorar y manipular objetos sin la intervención directa del cerebro central. Un estudio de la Universidad de Chicago encontró que cada segmento del cordón nervioso axial está conectado a un grupo específico de músculos y ventosas, permitiendo un control preciso. Los investigadores también descubrieron un mapa nervioso dentro de cada tentáculo que organiza las conexiones entre las ventosas y el cordón nervioso axial, lo que permite coordinar movimientos complejos. Esto tiene implicaciones para la robótica blanda y la comprensión de la inteligencia y la evolución de los sistemas nerviosos.