
El coeficiente intelectual (CI) se originó en 1905 con Alfred Binet y Théodore Simon, y se ha desarrollado a lo largo de los años. La escala Stanford-Binet, creada por Lewis Terman en 1916, fijó el promedio estándar en 100 puntos. Las pruebas de CI miden aspectos como el razonamiento lógico y la capacidad de aprendizaje, pero no capturan toda la complejidad de la inteligencia humana. El CI puede ser útil en contextos educativos y de selección de personal, pero no es un predictor confiable del éxito personal ni profesional. La neurociencia ha demostrado que factores como la nutrición y el entorno influyen en el desarrollo intelectual. El rango de CI considerado normal es entre 85 y 115, y solo un 2% de la población supera los 130 puntos.