
La inteligencia artificial está transformando nuestra vida diaria, pero también está desatando una silenciosa preocupación ambiental. Crear una sola imagen puede requerir entre 5 y 50 litros de agua, equivalente al consumo diario de una familia. El entrenamiento de modelos como GPT-3 equivale, en consumo energético, a lo que usarían 126 hogares daneses en un año. La IA no es la única culpable, ver maratones en Netflix o pasar horas en Instagram también tiene su coste ambiental. Las respuestas generadas por modelos de lenguaje consumen hasta 10 veces más energía que una búsqueda en Google. El streaming representa el 82% del tráfico de internet, siendo responsable del 6% de las emisiones globales, al nivel del sector de la aviación. La IA también puede formar parte de la solución, promoviendo el desarrollo de algoritmos verdes y herramientas que ayuden a combatir el cambio climático.