
En Tenerife, un hotel de lujo ha sido okupado por unas 300 personas que no pagan servicios básicos como electricidad o agua. La okupación se produjo de forma progresiva en un edificio que no estaba en estado de abandono total, pero que presentaba signos exteriores de dejadez en los jardines. Los okupas han colonizado todo el hotel, incluyendo zonas comunes, gimnasio y cocina, y han generado una crisis vecinal. La suciedad y la basura se han convertido en un problema, y han aparecido dos cadáveres en el barranco situado detrás del hotel. La okupación ha sido posible debido a la ausencia de conflictos directos y la falta de acción institucional.