
El rey emérito, Juan Carlos I, ha reactivado la tensión familiar con su hijo, Felipe VI, después de filtrar palabras que han generado un nuevo frente que erosiona la imagen de la institución. La demanda contra Miguel Ángel Revilla ha sido la gota que ha colmado el vaso en Palacio. Felipe VI está saturado y no comparte la estrategia de su padre, considerando que cada movimiento genera un nuevo frente que erosiona la imagen de la institución. La distancia entre ambos monarcas ya no es solo simbólica, sino una separación de fondo. El 16 de mayo, Juan Carlos I no acudió al acto de conciliación en Santander y ha optado por seguir adelante en los tribunales, lo que ha generado una profunda decepción en Felipe VI.