
La República romana se derrumbó debido a la corrupción, la impunidad y la normalización de la corrupción en la política y la justicia. En el siglo II a.C., la corrupción se convirtió en un modo de vida aceptado por muchos, y los ideales republicanos se vaciaron de contenido. La compra de votos, la manipulación de elecciones y la justicia parcializada se convirtieron en prácticas comunes. La figura del general desplazó al magistrado, y la violencia se convirtió en alternativa legítima. La decadencia de la República romana no fue un accidente, sino el resultado de decisiones concretas tomadas por hombres concretos, y su legado es una advertencia para la sociedad actual.