
El PSOE ha superado todos los límites, actuando como una mafia institucionalizada que utiliza el poder para delinquir, silenciar, destruir y blindarse. El caso de Leire Díez, las imputaciones contra David Sánchez, las conexiones con el narcoestado venezolano, el aforamiento exprés de Miguel Ángel Gallardo y el escándalo del caso Tito Berni son ejemplos de la corrupción sistemática que tiene como epicentro la calle Ferraz. El PSOE ha dejado de ser un partido y se ha convertido en una organización criminal, estructurada, jerárquica y con fines delictivos. El 1 de junio de 2018, Pedro Sánchez alcanzó el poder mediante una moción de censura impulsada por el caso Gürtel, y desde entonces, ha prometido regeneración pero ha impuesto represión, degradando la democracia y colonizando instituciones.