
La pregunta sobre quién mató a Portnov es relevante en un país normal, donde se investigan asesinatos para tomar represalias si es un Estado el que está detrás. En España, se han producido 'ejecuciones' que apuntaban a los servicios secretos rusos, pero la Policía no ha averiguado nada. Portnov era un corrupto y estaba forrado, y su origen de fortuna es fruto de los pagos que recibió de Moscú cuando tuvo cargos relevantes en la administración de su país. Las primeras sospechas apuntan lógicamente a Kiev, pero no es el estilo del país. Podrían haber sido los rusos quienes encargaron el crimen, pero suelen dejar su firma para sembrar el terror. El asesino tuvo el caritativo detalle de ahorrarles a sus hijos el espectáculo, algo impropio de los métodos del FSB. La investigación avanza, pero en la España de Sánchez ya sabemos que nunca avanza nada.