
El Gobierno de Pedro Sánchez ha cambiado su política exterior hacia Marruecos, apoyando el plan de autonomía para el Sáhara sin debate ni explicaciones, lo que ha generado una ruptura con Argelia y un coste geopolítico y económico. La visita del ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, y la reafirmación de José Manuel Albares del respaldo de España a Marruecos han generado sospechas sobre la influencia de Marruecos en la política española. La cuestión adquiere un tinte inquietante debido a las sospechas de espionaje a altos cargos del Estado español mediante el software Pegasus.