
Nadie sabe realmente cuál es el objetivo final que el presidente estadounidense Donald Trump desea conseguir con respecto a Pekín. Los expertos dicen que la ventaja de Trump es que se sabe cuál es su postura, pero cuando se trata de Trump y China, nada es predecible. Trump declaró que el presidente chino Xi Jinping le había llamado, pero no se había producido ninguna llamada. El Ministerio de Asuntos Exteriores de China acusó a Trump de 'engañar a la opinión pública'. China no es Reino Unido y los chinos están tan confundidos sobre la meta final de Trump como todos los demás. La guerra comercial intermitente de Trump tiene un componente chino-estadounidense que plantea un gran enigma geopolítico a EEUU. La influencia va en ambos sentidos, EEUU podría seguir restringiendo el acceso de China a la tecnología y los chips de IA, pero Trump ya ha relajado algunas de estas restricciones. El consejero delegado de Nvidia, Jensen Huang, es un influyente defensor ante Trump de una mayor relajación. China tiene un dominio absoluto sobre el suministro mundial de tierras raras, que es fundamental para un amplio abanico de la producción estadounidense. Trump afirma que China ha incumplido el acuerdo alcanzado el mes pasado para reanudar sus exportaciones de tierras raras a EEUU. En esa pausa arancelaria, Trump redujo sus aranceles a China del 145% al 30%. La incertidumbre que Trump crea en torno a China es también un impuesto sobre la economía mundial.