
Ryan Coogler, director de Sinners, revela que la escena post-créditos de la película es personal y se basa en su propia experiencia de pérdida. La película sigue a Sammie, un joven que sobrevive a una noche de terror en un salón y se convierte en un famoso intérprete de blues. En 1992, Sammie se reencuentra con Stack y su novia Mary, quienes le ofrecen convertirse en vampiro para vivir por siempre y seguir haciendo música. La escena es un homenaje a su tío James, quien murió en 2015. Coogler se inspiró en el blues para crear la película y para él, la música es una forma de convocar a los espíritus del pasado y del futuro.