
Las mujeres vikingas que llegaron a Gran Bretaña entre los siglos VIII y XI desempeñaron un papel activo y polifacético en la conquista, asentamiento y aculturación. Se han encontrado evidencias arqueológicas y escritas que muestran que muchas de ellas fueron migrantes autónomas, líderes de sus comunidades, viajeras transnacionales y portadoras de armas o especialistas rituales. Un 25% de los nombres registrados en inscripciones rúnicas en la Isla de Man corresponden a mujeres, y se han encontrado enterramientos femeninos con ajuares ricos en Inglaterra, Escocia y la Isla de Man. Las mujeres vikingas también podrían haber sido practicantes de rituales mágicos o religiosas, y algunas podrían haber sido guerreras. Las evidencias sugieren que estas mujeres no solo siguieron a los varones en la guerra o el asentamiento, sino que también viajaron, lideraron, ritualizaron, negociaron y construyeron nuevas identidades culturales en tierras extranjeras.