
Un equipo de arqueólogos encontró un altar pintado en Tikal con rasgos culturales de Teotihuacan, a más de 1.000 kilómetros de distancia. El hallazgo sugiere una ocupación extranjera estructurada, rituales inusuales y un episodio político silenciado. El altar, decorado con colores vivos y símbolos del 'Dios de la Tormenta', es obra de un artista formado fuera del entorno maya. La zona donde se encontró el altar es el Grupo 6D-XV, un área residencial habitada por personas que probablemente emigraron desde Teotihuacan. El complejo arquitectónico muestra fases constructivas que van desde el 300 al 450 d.C., reflejando una ocupación prolongada y planeada. El hallazgo sugiere que individuos de alta jerarquía de Teotihuacan residieron en Tikal, imponiendo sus propios ritos y estructuras simbólicas. El altar fue deliberadamente cubierto con tierra y escombros, lo que sugiere un intento de borrar un pasado impuesto.